martes, 24 de octubre de 2017

Agroquímicos en Argentina

Es sabido que el tema Agroquímicos se ha instalado en nuestra sociedad. Como toda situación donde intereses económicos están en juego, habiendo países como el nuestro que suelen ser “territorio de ensayo” o, directamente, plazas de comercialización de productos que están prohibidos o restringidos en las naciones desarrolladas.



Estamos frente a un escenario donde conviven sectores que pretenden regular la utilización pero su tarea puede tornarse ardua. Nos podemos encontrar con el desconocimiento de algunos o la mirada hacia otro lado, de otros. Estos últimos con el objetivo de no modificar diversas situaciones por las potenciales consecuencias negativas para unos pocos sobre el interés general de la comunidad e, inclusive, para quienes tienen que desarrollar su labor con dichos productos.
La utilización de estos productos y su almacenamiento sin el debido control está provocando severos trastornos en la salud de los productores y sus familias, principalmente, a nivel de la reproducción. El aumento de los riesgos durante la aplicación de plaguicidas a menudo resulta de falta de información, conocimiento, conciencia, y la pobre supervisión durante su aplicación y venta de productos altamente tóxicos en el mercado. Ejemplos de esta situación se pueden observar en la Argentina desde hace ya muchos años y es fácil encontrar casos en páginas informativas como www.infobae.com.

¿Qué son los agroquímicos?

Los agroquímicos son sustancias químicas que se emplean con recurrencia en la agricultura y que tienen la finalidad de mantener y conservar los cultivos que esta actividad desarrolla. Normalmente su uso está vinculado a la intención de proporcionarles nutrientes a los cultivos, matar insectos o cualquier otro organismo que los afecte de manera negativa y también para eliminar de plano las malezas y los hongos.
La misión por caso de estos productos es optimizar al máximo el rendimiento de cualquier explotación agrícola, es decir, producir más para poder lograr mayores ganancias económicas.



fuente: El Litoral.com


Soja y glifosato
La introducción masiva de la soja, y sobre todo el de la modificada genéticamente despertó por un  lado el entusiasmo en los productores agrícolas y por otro una serie de dudas en los que echaban sombras sobre su viabilidad ambiental, sobre todo a mediano y largo plazo. Estos señalaron en primer lugar el impacto del monocultivo sobre la biodiversidad que podría llevar a una dependencia cada vez más fuerte del uso de insumos industriales y de semillas cada vez más modificadas para adaptarse a las nuevas situaciones ambientales.
Por otra parte, al glifosato, el herbicida que necesariamente acompaña el cultivo de la soja RR, se le achacaron una serie de problemas, entre ellos fundamentalmente tres: uno es su toxicidad que generaba la virtual desaparición de toda 
la vida animal y vegetal en la superficie cultivada y también en el subsuelo. El segundo problema es su capacidad de permanencia en el ambiente, y finalmente que generaba una respuesta en la naturaleza que hacia que poco a poco las malezas fueran haciéndose cada vez más inmunes a este producto, lo que o bien generaba la necesidad de aumentar las dosis aplicadas o bien buscar herbicidas mas potentes.
A su vez todas estas posturas, por lo general apoyadas en pocos datos concretos,  
fueron y son contrarrestadas con estudios y opiniones de investigadores y productores que indicaban que no se advertía ninguna de estas consecuencias en la realidad, por lo menos en una escala tal que marcara un peligro en el futuro. 
El informe producido hacia mediados de 2009 sobre le tema del glifosato por un grupo de investigadores convocados por el CONICET parecería haber dado punto final a la controversia, pero sin embargo los grupos ambientalistas inmediatamente descreyeron de la seriedad del trabajo y mantuvieron su postura de rechazo al agroquímico. Esto confirma el hecho de que en estas controversias ninguna de las partes involucradas está dispuesta a escuchar a la otra ni a ceder en su postura.

Consecuencias
La contaminación de las aguas subterráneas por los productos y residuos agroquímicos es uno de los problemas más importantes.
La contaminación por fertilizantes se produce cuando éstos se utilizan en mayor cantidad de la que pueden absorber los cultivos, o cuando se eliminan por acción del agua o del viento de la superficie del suelo antes de que puedan ser absorbidos. Los excesos de nitrógeno y fosfatos pueden infiltrarse en las aguas subterráneas o ser arrastrados a cursos de agua. Esta sobrecarga de nutrientes provoca la eutrofización de lagos, embalses y estanques y da lugar a una explosión de algas que suprimen otras plantas y animales acuáticos.
El trabajo "Monitoreos de residuos de plaguicidas en agua y estrategias de mitigación de la contaminación” determinó la contaminación de agroquímicos en las napas freáticas en la localidad de Dorila. El trabajo fue realizado por técnicos del INTA.



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